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La Casa de los Selva

La “Casa de los Selva”

Antes de ser “Museo del Festero”, la llamativa construcción erigida en la Plaza de Santiago era conocida como “casa de los Selva” por ser su última propietaria Dña. Dolores Selva Mergelina, Mergelina y Llorens, pero la denominación adecuada era la de “casa Mergelina” pues quien la mandó edificar fue Dña. Virtudes Mergelina Llorens, Cervera y Bayer, tía de Dolores Selva, tras derruir un conjunto de casas, y en ella colocó su escudo de armas, donde se ve claramente que los cuarteles del escudo coinciden con sus cuatro apellidos (Mergelina, Llorens, Cervera y Bayer). Datada la construcción a finales del siglo XIX, un herraje en la puerta principal de entrada muestra una inscripción con el año 1884.

Doña Virtudes Mergelina estaba casada con D. Joaquín Beltrán Ortuño y no tuvieron descendencia. Al poco tiempo de casados, se separaron y ella no volvió a hablar de él jamás. Se dice que a dicha señora sus sobrinos la llamaban “La tía vinagre” por su carácter. Pero a pesar de ser conocida como “Tía Vinagre” se volcó con sus sobrinos, hijos de su hermana Trinidad (mi bisabuela materna), casada con D. Enrique Selva Mergelina, López de Oliver y Selva (que a su vez era sobrino de su esposa). Fruto de este matrimonio fueron 7 hijos: Rafaela (mi abuela materna y nacida en Villena), José María, Juan, Luís, Enriqueta, Teresa (mi madrina de bautismo) y Dolores (última propietaria de la casa y soltera). Según relata mi madre, sus abuelos iban a dicha casa a veranear y a ver cómo iban las cosechas, acudían con once doncellas además del jardinero, que vivía allí.

La casa tenía una capilla anexa al salón principal, donde recuerdo que había un piano, y en dicha capilla se casarón mis abuelos: José Ros Tamarit y Rafaela Selva Mergelina, que fueron padres de Mª del Pilar, Enrique, Mª Isabel, Rafael, Mª del Carmen (mi madre) y Teresa Dolores Selva Mergelina, que heredó la casa e iba alquilando alternativamente el piso de arriba o el de bajo, siendo el penúltimo inquilino un sastre.

En 1953 mi padre, Salvador Campos Pérez, médico oftalmólogo, obtuvo plaza en el ambulatorio de Villena, y como “La tía Lola” tenía sin alquilar el bajo se trasladó desde Valencia a Villena con sus 4 primeros hijos: Carmen, Salvador, Inés y Rafael. Más tarde llegaríamos el resto de la prole: Pilar, Juan (narrador de la historia y nacido en el comedor de la casa de los “Selva”) y Francisco.

Recuerdos de familia
La casa tenía un hermoso jardín con un enorme y oloroso rosal de rosas amarillas que trepaba hasta la galería de madera del piso de arriba, dos palmeras, una higuera, un granado, nispoleros. Allí, en la galería, siempre estaban las “Marías”, que eran las tres hijas (todas solteras) del que fuera jardinero de la casa y que se dedicaban a servir a mi tía Lola, aunque también obtenían ingresos de las labores de costura que hacían para la tienda “Cortefiel”. En el jardín había un palomar, una casa que se usaba como almacén para dejar las patatas… tenía también una cuadra para caballos y un gallinero, además estaba allí la casa (muy pequeña) de las “Marías” y un garaje donde mi padre guardaba el “600”, todos los domingos iba un mecánico –José Guardiola, “Joseico”– a dejar reluciente el “600”.


Como somos tantos hermanos, aquella casa era muy divertida ya que siempre había amigos de uno o de varios hermanos a la vez. Mis hermanos mayores organizaron multitud de “guateques” y bailes de disfraces.


Debido a la enfermedad de mi padre (en la casa hacia mucho frío por la enorme altura de sus techos) dejamos de vivir en ella sobre 1970. Una vez falleció la “tía Lola” la casa paso a ser heredada por 27 sobrinos carnales, y la Junta Central de Fiestas de Villena se interesó en su compra. Se decidió que quedaba en buenas manos, ya que se pensó que a la “tía Lola” le habría gustado que su casa fuera un inmueble utilizado por su queridos “villeneros” y a la postre la familia “Selva” siempre podría visitarla.


Como anécdota, el día que se celebró en la capilla del cementerio de Valencia la misa-funeral por el alma de la “Tía Lola”, el sacerdote pidió que se pusiera a recibir el pésame el familiar más cercano. ¿Cuál de todos? ¡Ni más ni menos que 27 sobrinos carnales!

Recientemente se celebró una convención de la familia Mergelina, auspiciado por Juan Antonio Sempere y Mergelina, amigo, pariente y a la vez académico de número de la Academia Valenciana de Genealogía y Heráldica, y contó con la amabilidad de la “concejalía de Cultura”, que nos invitó a celebrar dicho acto en la que fue la casa familiar. Esos días colgamos el repostero del escudo Mergelina que mi padre confeccionó y regalo a la “Tía Lola”, reposteros (también le regaló el del apellido Selva) que los días de Fiestas de Moros y Cristianos de Villena se colgaban de los balcones de la casa.


Como anécdota relataré que el ajuar doméstico de la “Tía Lola” se subastó entre los sobrinos, y la cama de bronce que ella usaba, que tenía un dosel coronado, pasó como es lógico a manos de alguien con la testa coronada, y entre los candidatos fue a recaer a Josefina Selva Adrién, “Marquesa de Villores”, que siempre se enfadaba cuando le llamaba tía, pues en realidad era prima 2ª, pero con unos veinte años de diferencia.

Juan Campos Ros.

Diplomado en Heráldica y Genealogía (C.S.I.C).

Académico Correspondiente de la Academia Valenciana de Genealogía y Heráldica.

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